Es indubitable que toda empresa desea que sus miembros contribuyan al máximo de su capacidad. ¿Pero qué debe aportar, proteger y promover para lograrlo? No es solo pedir el gran esfuerzo o el trabajo bien hecho. Hay que entender la génesis de la voluntad, cómo emerge en el interior de cada uno. ¿Cómo se manifiestan estos pilares de la pertenencia en su organización?
Misión sólida. La empresa influye en la calidad de vida de una sociedad. Creer en su propósito superior es un primer nivel de alineamiento. Las personas desean sumar a una causa que impacte positivamente al entorno, al cliente y a la comunidad. Ahora bien, si lo que se pregona con el fin de «vender» no es lo que se vive en el seno de esta, la decepción, aunque silenciosa, es profunda.
Valores en acción. La cultura se fortalece por medio de la coordinación de la acción de toda persona en posición de liderazgo. Los principios que las rigen son visibles y eso genera seguridad psicológica: el colaborador sabe qué se puede esperar ante el acierto o el error. Lo contrario es que el trabajador se desgaste en interpretaciones, porque la actitud de cada jefe es impredecible.
Nomenclatura inductiva. «Subordinados», «empleados» o «subalternos» versus «embajadores», «colaboradores» o «asociados»: ¿cuál denominativo calará más en la persona?, ¿qué comunica cada uno al subconsciente?, ¿cómo incide en la motivación, en su relación con la compañía?, ¿dice lo mismo ser «jefe», «supervisor», «encargado» que «líder o coach de área»?
Empoderamiento. La designación de «embajador» la recibe quien ha internalizado el propósito y los valores de la corporación. Como domina sus estrategias y políticas, resuelve retos con buen tino y la deja bien representada. Siente «yo soy la empresa»: la coloca en el horizonte al decidir.
Competencias actualizadas. En la empresa actual, se practica el liderazgo sucesorio. El desarrollo de capacidades ejecutivas y técnicas es facilitado por sus propios colaboradores con apoyo de proveedores externos. De este modo, los que la conforman se apropian de conocimientos y métodos prácticos, efectivos y acordes con sus necesidades. Aumenta la disposición para actuar.
«Aquí cuidamos al que cuida». Es el lema de organizaciones que estiran sus presupuestos en un esfuerzo por crear las mejores condiciones posibles. Equipamiento de seguridad, herramientas de trabajo, sitios ergonómicos, tecnología apropiada, servicios médicos y psicológicos, etc.: todo suma para robustecer el lazo de gratitud que liga a la empresa con las personas que la edifican.
«Trato justo… y haré las cosas con gusto». Dirigir equipos implica una doble responsabilidad en la ruta de consolidación de una cultura con alto sentido de pertenencia: modelar los valores y decidir de manera justa e imparcial cuando se requiera. Pocas situaciones generan tanto divorcio y malestar entre los miembros y las organizaciones como tener jefes injustos y parcializados.
Equidad, verdadero trabajo en equipo, conversaciones poderosas, humildad, erradicación de presunciones de superioridad, escucha activa… Sume usted otras condiciones que hacen de la coherencia entre estos pilares el mejor terreno fértil para cultivar el alto sentido de pertenencia.