En su afán por alcanzar los 8,848.86 m.s.n.m. del Monte Everest, los alpinistas eligen la ruta sur (Nepal) o la norte (Tíbet), aunque también existen otras opciones más desafiantes. De manera similar, al «escalar» posiciones en una organización, hay distintos caminos para elegir. Exploraremos dos de los más conocidos: el mérito («ME») y la manipulación («MA»).
RELACIONES: el primer peldaño en la escalada. La persona «ME» proyecta, desde el primer día, humildad, respeto y confianza. Su genuina actitud colaborativa hace que todos deseen integrarla a sus equipos. «MA» se relaciona principalmente con figuras de poder. Con astucia y estrategia, teje una red de apoyo centrada en los tomadores de decisiones clave.
INFLUENCIA: el impacto de su presencia. La persona «ME» gana apoyo gracias a su credibilidad técnica y moral. Es diáfana, aun al enfrentar decisiones controvertidas. «MA» se rodea de colaboradores incondicionales y aleja a quienes no se alinean con sus ideas.
RECURSOS: cómo lideran. «ME» se apoya en su carisma, objetividad y conocimiento para guiar eficazmente a su equipo. «MA» manipula las políticas a su conveniencia y utiliza incentivos para ganar complacencia. Todos lo saben, pero el temor al conflicto los silencia.
ÉTICA: el verdadero ADN del liderazgo. «ME» respeta la historia, el propósito y los valores de la organización. Se convierte en un ejemplo de integridad. «MA» ignora o minimiza estas raíces, imponiendo su visión como la única válida y descartando lo que no se ajuste a ella.
IMAGEN: hablar con hechos o con fachadas. «ME» prefiere hablar a través de resultados y construir desde el servicio. Sus logros reflejan su esfuerzo, no necesita alardear. «MA» anda en busca del reconocimiento y se asegura de que todos estén al tanto de «sus» avances.
META: el horizonte de cada escalador. Ambos tienen aspiraciones, lo cual es normal y legítimo. Sin embargo, los distinguen las prioridades: la persona «ME» busca aportar valor real, fortaleciendo a su equipo, la organización y a los clientes. En contraste, «MA» se enfoca en ampliar paulatinamente su control sobre los demás y los recursos que le otorgan poder.
CELEBRACIÓN: la cumbre alcanzada. Cuando «ME» logra su meta, conserva su humildad, sensatez y cercanía, haciendo de la celebración un momento genuino, lleno de alegría y admiración. «MA» también celebra, no obstante, sabe que su camino no fue auténtico ni transparente; por ello, los aplausos que recibe son más por obligación que por convicción.
SOSTENIBILIDAD: construir para el futuro. Desde la cima, «ME» trabaja en un legado integral; inspira una cultura sólida, innovadora y en constante crecimiento. «MA» se enfoca en acciones visibles e inmediatas, usualmente superficiales, más en la forma que en el fondo.
Quienes aspiren a conquistar cumbres sucesivas deben conquistarse primero a sí mismos, cultivando su ética, para que los aplausos que importen sean los de su propia conciencia.
RELACIONES: el primer peldaño en la escalada. La persona «ME» proyecta, desde el primer día, humildad, respeto y confianza. Su genuina actitud colaborativa hace que todos deseen integrarla a sus equipos. «MA» se relaciona principalmente con figuras de poder. Con astucia y estrategia, teje una red de apoyo centrada en los tomadores de decisiones clave.
INFLUENCIA: el impacto de su presencia. La persona «ME» gana apoyo gracias a su credibilidad técnica y moral. Es diáfana, aun al enfrentar decisiones controvertidas. «MA» se rodea de colaboradores incondicionales y aleja a quienes no se alinean con sus ideas.
RECURSOS: cómo lideran. «ME» se apoya en su carisma, objetividad y conocimiento para guiar eficazmente a su equipo. «MA» manipula las políticas a su conveniencia y utiliza incentivos para ganar complacencia. Todos lo saben, pero el temor al conflicto los silencia.
ÉTICA: el verdadero ADN del liderazgo. «ME» respeta la historia, el propósito y los valores de la organización. Se convierte en un ejemplo de integridad. «MA» ignora o minimiza estas raíces, imponiendo su visión como la única válida y descartando lo que no se ajuste a ella.
IMAGEN: hablar con hechos o con fachadas. «ME» prefiere hablar a través de resultados y construir desde el servicio. Sus logros reflejan su esfuerzo, no necesita alardear. «MA» anda en busca del reconocimiento y se asegura de que todos estén al tanto de «sus» avances.
META: el horizonte de cada escalador. Ambos tienen aspiraciones, lo cual es normal y legítimo. Sin embargo, los distinguen las prioridades: la persona «ME» busca aportar valor real, fortaleciendo a su equipo, la organización y a los clientes. En contraste, «MA» se enfoca en ampliar paulatinamente su control sobre los demás y los recursos que le otorgan poder.
CELEBRACIÓN: la cumbre alcanzada. Cuando «ME» logra su meta, conserva su humildad, sensatez y cercanía, haciendo de la celebración un momento genuino, lleno de alegría y admiración. «MA» también celebra, no obstante, sabe que su camino no fue auténtico ni transparente; por ello, los aplausos que recibe son más por obligación que por convicción.
SOSTENIBILIDAD: construir para el futuro. Desde la cima, «ME» trabaja en un legado integral; inspira una cultura sólida, innovadora y en constante crecimiento. «MA» se enfoca en acciones visibles e inmediatas, usualmente superficiales, más en la forma que en el fondo.
Quienes aspiren a conquistar cumbres sucesivas deben conquistarse primero a sí mismos, cultivando su ética, para que los aplausos que importen sean los de su propia conciencia.