¿Cuáles son sus “pequeños” grandes gestos?

Son comportamientos que, a primera vista, parecen simples, en apariencia poco significativos, pero generan un alto impacto en el liderazgo, en las relaciones y en el propio mensaje de quién usted es. Expresan valores y, para algunos, la verdadera calidad humana.

Básicos. Saluda a toda persona con la misma cordialidad. Dice «por favor», aunque tenga autoridad para ordenar. Agradece con sinceridad. Escucha con atención, sin interrumpir. Abre la puerta a otros con amabilidad. Ofrece una atención antes de iniciar una reunión.

Empatía. Recuerda y pregunta por situaciones especiales del equipo: la salud de un pariente, una fecha significativa, un logro. Inicia un «¿Cómo está usted?» con naturalidad y repregunta si es necesario. Hace sentir valiosas a las personas, sin importar su cargo.

Respeto. Proveedores, colegas, clientes y jefes saben que su palabra es compromiso cumplido. Juega limpio y justo. Jamás levanta la voz. Responde correos a tiempo, no deja a nadie «en visto». Valora el tiempo ajeno y honra la puntualidad. El otro se sabe reconocido.

Integridad. Se expresa con franqueza, sin sarcasmo ni humillaciones. No escucha ni difunde chismes; no se convierte en «basurero emocional». Reconoce sus errores. Si duda, pregunta. Si una decisión afectará a otros, advierte y dialoga. Su actuar es íntegro y diáfano.

Gratitud. Recorre la organización para conocer al equipo y apreciar cada aporte. Exalta logros, por pequeños que parezcan y, por supuesto, celebra desempeños extraordinarios. Atribuye méritos a quien corresponda y cultiva rituales significativos de reconocimiento.

Humildad. Evita privilegios o símbolos de estatus innecesarios y prefiere la sencillez. «Los demás deben sentirse libres de ser como son delante de mí», cree firmemente. Pide ayuda y acoge ideas ajenas. Manifiesta apertura, disfruta la retroalimentación y aprende de otros.

Socialización. En ocasiones, si es jefe, comparte en el comedor común. Participa en actividades deportivas y sociales de la empresa. Fomenta la cohesión del equipo. Su presencia se percibe en los momentos buenos y en los difíciles. Practica la solidaridad.

Crecimiento. Es constante y congruente al promover el desarrollo y el aprendizaje propio y del equipo. Reacciona con ecuanimidad en las crisis, de las cuales aprende para seguir adelante. Desafía al equipo a ir al siguiente nivel y pregunta: «¿Cómo puedo ayudar?».

Autenticidad. Es embajador genuino de los valores organizacionales. Da la cara sin manipular argumentos. No se rodea de aduladores incondicionales. Decide con base en datos y hechos, no en juegos políticos. Inspira diálogo, no miedo; verdad, no doble discurso.

¿Cuántos de estos atributos y hábitos le caracterizan? Sin duda, la mayoría. ¿Qué mejorará?