Si la Luna se interpone entre el Sol y la Tierra, provoca eclipses totales, parciales o anulares. Si es la Tierra entre el Sol y la Luna provoca otros. En uno u otro caso, solemos observar el fenómeno, aunque con precauciones. En el universo de las organizaciones también hay quienes «eclipsan» la luz que emana de colaboradores valiosos. ¿Lo ha reflexionado? ¿Le ha pasado? ¿Qué hacer?…
AUTOECLIPSE. Poner en duda el talento propio, la validez de las metas que se anhelan y el merecimiento de oportunidades de desarrollo es un «fenómeno» que se interpone en el camino del crecimiento de quienes sufren lo que G. Hendricks denomina el «síndrome del límite superior». Debido a sus creencias limitantes, ponen un techo ficticio a su desempeño y progreso.
En este caso, conviene recordar los momentos en que ha sido posible trascender los límites y los dogmas imaginarios, visualizar cómo sería el futuro sin estos y qué ayuda se requiere para cruzar las fronteras mentales autoimpuestas. Saltar un paso sobre la barrera, así sea uno, es un avance.
ECLIPSES POR PODER. Hay figuras de autoridad que, omitiendo lo que conviene en la empresa, se interponen en el camino de sus miembros con sus caprichos, prejuicios y ansias de sobresalir. No solo les socaban sus esfuerzos por aportar, también ensombrecen la cultura de innovación. Temen al cambio y aman el control: se encarcelan en lo conocido. ¿Qué tan edificante es trabajar ahí?
Si la luz del talento es propia y real, siempre habrá nuevas y mejores oportunidades en otros «planetas», donde se valore al profesional de alto vuelo. Claro, sobrevolar otros mundos requiere despojarse de lo «viejo conocido» y abrazar la novedad. La gente buena y proactiva siempre es empleable y, a diferencia de quienes permanecen en ambientes tóxicos por falta de preparación, se salvaguarda a tiempo de los «eclipsadores». Son personas seguras y laboralmente confiables.
ECLIPSES TEMPORALES. «Esto también pasará», reza la conocida frase. Aun cuando un eclipse sea total, la realidad es que los astros no se detienen: en pocas horas regresa la claridad. También hay conflictos que nublan el ambiente laboral, los resultados y hasta las relaciones, pero sus efectos son transitorios. En tales casos, lo sabio es fluir, ceder en algunos aspectos y ser firmes en otros.
Paciencia, resiliencia, humildad, ética: con ellas navegamos incluso en aguas turbulentas. La sabiduría, madre de la serenidad, impulsa a remar desde la conciencia. Tan peligrosa es la indiferencia como la sobrerreacción: si las primeras nos mantienen a flote, estas dos nos hunden.
LENTES APROPIADOS. Es riesgoso observar un eclipse sin la debida protección, pero ni esta nos exime de hacer pausas. De igual manera, cada situación que pudiera eclipsar las buenas intenciones y acciones requiere que adoptemos una postura bien informada. Así, ni la ira, ni el deseo de venganza, ni los sentimientos de infravaloración afectarán nuestra toma de decisiones.
En las organizaciones, nadie está exento de ser eclipsado por alguien o de eclipsar a sus semejantes. No obstante, desde una mirada constructiva, admite Richard L. Ratliff: «A veces, tienes que sumirte en la oscuridad para poder apreciar la luz». ¡Trascendamos para avanzar!