Reafirmar y ajustar los objetivos, analizar el desempeño y modificar las estrategias, autocontemplar las actitudes, autorregular las emociones, procesar las experiencias para extraer lecciones… ¿Seguimos? ¿Otorga usted a las pausas la importancia que tienen? En realidad, esta disciplina tiene invaluables beneficios, de ahí que nos convenga incorporarla a la vida cotidiana.
Aminorar el activismo desenfrenado es posible realizando pausas semanales, diarias, de horas o instantes. Todas las opciones son saludables, fortalecen la inteligencia emocional y el buen discernimiento, mejoran la salud integral. Valore cuáles de las siguientes opciones le convienen…
AL DESPERTAR. La acción va de la mano de la reflexión. Visualice las tres acciones más importantes del día, los motivos para emprenderlas y la actitud con la que las asumirá. Esto le permitirá enfocar los recursos y lograr la atención plena, movilizar adecuadamente los esfuerzos invertidos.
AL MEDIODIA. ¿Qué aprendizaje de valor que hayamos obtenido en la jornada de la mañana sería replicable en la de la tarde? Actitudes, reacciones, interpretaciones y decisiones: todo cuenta para aumentar el valor de las actividades vespertinas. Si no aprendimos del error, lo repetimos.
EN LA NOCHE. Gran oportunidad para destilar el valor del día que termina. David Kolb visualizó un ciclo que procede de la experiencia directa a la aplicación de lo aprendido: ¿qué hicimos?, ¿cómo lo hicimos: bien o mal?, ¿qué lecciones útiles nos quedan?, ¿cómo las aplicaremos mañana?
Ese tipo de pausas suelen ser cortas, requieren entre 5 y 10 minutos. Otras, en cambio, debido a que cobran alta relevancia en el plano personal, demandarán una mayor inversión de tiempo.
SEMANAL O MENSUAL. ¿Qué tal unos 30 minutos para evaluar los resultados del período anterior? También para identificar los recursos esenciales, los vínculos vitales y las metas realistas para el siguiente. La consigna es mejorar, entre otros, la calidad y la afectividad, fijarse un rumbo claro.
ANUAL RECREATIVA ¡Vacaciones! Descanso, «recarga de baterías», escapar de las rutinas agobiantes, «apagar» un rato el pensamiento laboral. «Poner en pausa» algunas emociones para, con mente más lúcida, tomar decisiones más seguras. En cierta forma, trabajar sin premura es un descanso; pocos lo logran, por eso necesitan liberar tiempo para disfrutar en familia o solos.
ANUAL REFLEXIVA. Una fecha de cumpleaños o un 1° de enero son oportunidades para renovar los propósitos de vida (ikigai), definir las prioridades esenciales, abrazar la simplicidad, equilibrar la relación entre mente y emoción, tomar conciencia de las virtudes y carencias: «¡reiniciarse!».
Ser esclavos de las circunstancias o ser creadores de estas: esta es la gran diferencia entre ser reactivo o proactivo. ¡Cuánto crece una relación en la que el silencio es parte del diálogo! Saber no es lo mismo que sabiduría: las personas sabias actúan con conciencia del efecto que tienen sus actos en su propio futuro. Aun en medio de la multitud, se conceden un espacio para «estar consigo mismas». Estas pausas son un baño de paz, control y confianza, ¿cuáles practica usted?