Ni significa bajar la cabeza, ni adormecer el pensamiento crítico, ni tener una mente líquida que se acomoda a todo sin criterio y sin filtros. La fuerza de la adaptabilidad estriba en saber fluir. Hay situaciones que simplemente obligan a ser flexibles, por el bien propio y el de la organización.
Tecnología disruptiva, alta velocidad y precisión de servicios prestados en línea, inteligencia artificial, realidad virtual y aumentada, plataformas que miden la productividad del teletrabajo, simplificación acelerada de procesos… La lista sigue, ¿qué le agregarían usted y su empresa?
En el seno de la organización, las tendencias orientan hacia al desempeño de roles diversos en mesas de trabajo. Prevalece el apego a un propósito superior que nutra la cooperación y reduzca las tensiones entre departamentos. Cobran prioridad la bioseguridad, la agilidad, la eficiencia operativa, la innovación, la reducción de costos y el sentido de pertenencia. ¿En la suya también?
En lo atinente al plano personal, aumentan el cuido de la salud y el nivel de conciencia de su efecto en la familia. Vale más la experiencia que la tenencia, la inversión en nuevos aprendizajes que el consumo suntuoso. La salud mental y la espiritual ascienden en el ranking de relevancia.
¿Y qué nos sugieren los connotados pensadores? «No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que responde mejor al cambio» (Charles Darwin). «Inteligencia es la habilidad para adaptarse al cambio» (Stephen Hawking). «Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma» (Carl Gustav Jung). Podríamos citar otras convicciones, proponga la suya…
El riesgo de perder la paciencia cuando las cosas no discurren como quisiéramos es mayor frente a las restricciones que impone una crisis. Ahora los viajeros frecuentes acatamos itinerarios que alargan en exceso el tiempo previsto de llegada al destino final. ¿Y si no nos adaptáramos a eso?
«Serenidad, lo que es para usted, llegará», me aconsejó un monje al verme preocupado por la cancelación de un vuelo en la India. Sabiendo lo difícil que era conseguir otro el mismo día, me instó a fluir con la situación en lugar de gritar como otros pasajeros. ¡Ellos se quedaron, yo viajé!
Cuando nos encontramos ante situaciones complejas e ineludibles o frente a personas con actitudes dañinas, una voz interna (conciencia) nos recuerda que algunas batallas se libran con dignidad, las que realmente valen la pena, y nos invita a soltar las otras. Al hacerlo, trascendemos sin renunciar a ideales. Un pequeño desvío en la ruta no es una renuncia a un lugar de destino.
En resumen, conviene que adoptemos la lección de Lao Tzu: «Los hombres nacen suaves y flexibles; cuando mueren son tiesos y duros. Las plantas nacen tiernas y dóciles; cuando mueren son frágiles y secas. Por eso, quien es tieso y duro es discípulo de la muerte. Quien es suave y flexible es un discípulo de la vida. Lo duro y tieso se romperá. Lo suave y flexible prevalecerá».
Si no nos adaptamos, el futuro no nos adopta. En el pensamiento crítico germinan la capacidad de toma de decisiones y la de fluir con visión trascendente sin claudicar en los principios.