Limpió zapatos en la calle para ayudar a su familia cuando su padre, también futbolista, se lesionó. Recordando el Maracanazo (Mundial Brasil 1950), compartió: «… vi a mi padre llorando. No entendí por qué lloraba, porque siempre me había dicho que los padres no lloran. Le dije: “Papá no llores. Ganaré la Copa del Mundo por ti, no llores”». ¡Y lo hizo: ganó tres para Dondinho!
Citamos algunas de las frases de este insigne jugador y le hacemos la invitación a reflexionar sobre su propia forma de pensar; de seguro coinciden y son, a su manera, grandes «goleadores».
PERSEVERANCIA. «El entrenamiento es el hábito que hace grandes a los futbolistas con corazón». Es iluso aspirar a metas altas sin invertir iguales dosis de trabajo arduo, serio, integral. «Cuando otros jugadores iban a la playa después de entrenar, yo seguía golpeando la pelota». Ni el jefe ni la empresa pueden asumirlo: cada persona es responsable de su propio desarrollo profesional.
EDUCACIÓN. «Si no das educación a la gente, es fácil manipularla». «Si marqué la diferencia fue gracias a mi educación y base familiar; por eso nunca estuve envuelto en escándalos». Toda organización, empresarial o deportiva, debe habilitar espacios propicios de participación para desarrollar la formación crítica y autocrítica de sus miembros. Estos son los predictores del éxito.
SANA AUTOCRÍTICA. «Era un cobarde cuando jugaba. Solo me preocupaba por la evolución de mi carrera». Tras un retiro temporal afirmó: «Ningún individuo puede ganar un partido por sí mismo». En la final del Mundial de 1970, cuando todos los jugadores hubieron tocado el balón, se lo pasó a Carlos Alberto como diciéndole: «Tome, haga usted el gol; ¡gracias, capi!». En lo que se conoce como «el gol perfecto», aquel gesto sublime fue una oda al compañerismo. ¡Un líder!
LIDERAZGO. «Para imponerse, el entrenador debe tener buenos conocimientos e inspirar confianza. No puede convertirse en un verdugo, ese error suele pagarse caro porque los grandes equipos, como las grandes empresas, se construyen con unidad y respeto mutuo, no con un látigo». Ahora, el jugador valora que le enseñen a ganar y, para eso, el técnico requerirá también de sabiduría.
CREDIBILIDAD. «Maradona no es un buen seleccionador porque lleva un modo de vida extraño y eso no pasa desapercibido en el equipo». La credibilidad moral crea una conexión entre líderes y equipos; sin esta, la relación se reduce a jefe-colaborador caminando sobre tierras movedizas.
GRATITUD PARA COSECHAR. «Yo no era un superhombre ni alguien milagroso, no era nada. Era una persona normal a la que Dios le dio el don de jugar bien al fútbol». «El éxito no es un accidente. Es trabajo duro, perseverancia, aprendizaje, estudio, sacrificio y, sobre todo, amor por lo que se está haciendo o aprendiendo a hacer». Y en su caso, amigo lector, ¿cuál es su más grande don?
En la final entre Brasil y Alemania (Japón y Corea 2002), coincidimos en el palco de la FIFA y yo disfruté mucho admirando su espíritu de niño: subido en su asiento, animaba a su equipo. «Cuando muera, me sentiré feliz porque intenté dar lo mejor», reza una de sus máximas. También prometió lo que el mundo espera: «Pelé no muere. Nunca morirá. Pelé va a seguir para siempre».