Cuando la procesión se lleva por dentro

Saberse comprendido por un jefe o compañero que conoce una situación más allá de lo evidente siembra una semilla de real y mutua lealtad. Ahora, cuando esa comprensión se transforma en el apoyo que posibilita afrontar esa situación, la cosecha es un compromiso profundo de dar lo máximo por esa persona solidaria, empática y humana.

La proverbial expresión «la procesión se lleva por dentro» alude al disimulo, la discresión o contención de los pensamientos y emociones más íntimos, por lo general, invisibles a los demás. Un «éxito y seguridad» aparentes solo maquillan la tristeza, el miedo y el sufrimiento.

El dicho popular «caras vemos, corazones no sabemos» revela el desconocimiento interpersonal y la superficialidad de las relaciones, algunas apenas basadas en roles y posiciones. Pero «no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista», advierte otro…

Las «procesiones» de hoy suelen afectar el desempeño mañana. Los problemas de salud, los conflictos familiares, los duelos, los resentimientos históricos, el trato injusto de jefes y colegas, la sobrecarga laboral y las finanzas complicadas son solo algunas de ellas.

Es un hecho: con el paso de los años, se acumulan «procesiones». Y si bien unas son «llevaderas», otras, además de ser crecientes, causan un efecto dominó que mina la calidad de vida, la felicidad y las relaciones. ¡La resignación es letal! ¿Identifica alguna en usted?

En mi labor como coach de equipos gerenciales y deportivos, he constatado que cuanto más se conocen sus integrantes, tanto más dispuestos están a cooperar solidariamente, a mostrarse vulnerables, a retroalimentarse. También, a exigirse con confianza y empatía.

Cuando la «procesión se lleva por fuera», el esfuerzo de ocultar la pena, la ira y la decepción es reemplazado por la gestión diáfana y constructiva de la discrepancia, la emoción, la opinión. Se tejen redes de apoyo que nutren la cohesión con alta responsabilidad individual.

No confundamos: un ambiente de confianza no es ventilar vidas privadas ni crear entornos altamente emocionales que nos desvíen de las prioridades del equipo. Es adoptar una actitud proactiva sobre las situaciones propias que podrían afectar el desempeño de este.

Las organizaciones enfrentan tres desafíos: 1) inspirar sentido de pertenencia; 2) fortalecer la conexión entre líderes y sus equipos; 3) hacer de la seguridad psicológica un pilar para la libre expresión de ideas, sentimientos y percepciones. ¿Cómo está la suya en cada uno?

Detrás de una buena apariencia puede haber un ser que lucha en silencio, que siente perder sus batallas y ve esfumarse toda esperanza. En una entidad auténtica, sus miembros son socios del éxito, viven sin temor sus realidades. Marchan juntos con rumbo claro y equipaje liviano, sin el peso de fingir. Sí, pueden llevar «procesiones por dentro», pero son un todo acuerpado. Comparten sus infortunios con solidaridad y celebran sus logros con alegría y humildad.

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