¿Cuáles son las verdades que todos conocen y que todavía son consideradas tabúes en su organización? Hay entidades que invierten recursos en crear y proyectar una imagen de prestigio para disponer de la alta preferencia de sus clientes. Ahora, ¿qué sucedería si, un día, esos clientes se enteraran de lo que verdaderamente sucede en el interior de estas? ¡Veamos…!
En una empresa, las realidades «ocultas» generan desconfianza, sus miembros actúan de manera forzada, pues no creen en lo que se pregona. En un extremo, hallamos valores declarados que no concuerdan con las conductas «visibles» de quienes la dirigen; las decisiones, supuestamente objetivas, son motivadas por los intereses personales; los hechos contradicen a las palabras.
En otro, encontramos iniciativas de supuesta solidaridad social que, en el fondo, son artificios para ganar más dinero. La amabilidad y el respeto de los jefes reservados para sus incondicionales, para los que no les cuestionan nada. Relaciones «profesionales» plagadas de preferencias, de amiguismos. Organigramas que no reflejan las verdaderas cuotas de poder.
La mentira trae como consecuencia la soledad. Cuanto menos auténtica sea una persona, más se distancian sus colaboradores y colegas. Cuanta más desconfianza se genere en una empresa más difícil le será inspirar la mística, el sano orgullo de pertenencia y la lealtad. La ausencia de canales y mecanismos formales de información propicia que los comentarios de pasillo desnuden las falsedades, que no vencen ni a la inteligencia ni a la criticidad de las mentes reflexivas.
La autenticidad de intenciones y acciones, en cambio, conecta a las personas de la organización y a los líderes con sus equipos. La transparencia conlleva, incluso, a que los conflictos sean abordados de manera creativa, sin temor. Es decir, en ambientes asertivos nadie necesita fingir actitudes ni disimular desacuerdos; la energía se concentra en lo esencial de la tarea.
Si todas las personas con las que usted trabaja ―que le admiran y respetan― conocieran la verdad sobre su comportamiento en la organización, ¿le admirarían y respetarían igual?
El autor Mark Manson propone una curiosa idea: «Si pudiera inventar un superhéroe, crearía uno que se llamara el Panda de la Decepción. Llevaría una cursi máscara sobre los ojos y una camiseta que le quedaría pequeña para su gran barriga; pero su superpoder consistiría en decirles a las personas duras verdades de sí mismas, de las que necesitan escuchar, pero no quieren aceptar». Y a usted, ¿qué le diría este superhéroe?
Las empresas e instituciones están recibiendo un fuerte llamado a ser ágiles, simples, innovadoras, con una cultura organizacional sostenible; esto lo puede lograr con la verdad como bandera. Así el tiempo no se derrocharía ni en juegos políticos ni en maquiavelismos…
«Los tiempos difíciles despiertan un deseo instintivo de autenticidad», argumenta Coco Chanel, fundadora de la famosa marca Chanel. En una época en la que la transformación es constante, es crucial que lo que una organización difunde y presume como verdad se sustente en hechos.