Por más fascinante, lucrativo y triunfante que sea el desempeño de una posición o profesión, siempre existe la posibilidad de sentir la llamada para cambiar de rumbo. Quienes hemos experimentado esa sensación comprendemos la profunda reflexión del carismático entrenador del Liverpool (Premier League) al renunciar como director técnico.
Después de más de ocho años como líder, un período significativo en el fútbol, y de obtener seis títulos de alto nivel, argumentó: “Es que estoy, cómo puedo decirlo, quedándome sin energía. No tengo ningún problema ahora. Obviamente, ya lo sabía desde hace tiempo, que en algún momento tendría que anunciarlo, pero estoy absolutamente bien ahora. Sé que no puedo hacer el trabajo una y otra vez, y otra vez y otra vez”.
Se destaca por su filosofía de trabajo y por su conexión con sus jugadores, con sus colegas del cuerpo técnico y especialmente con la afición. Dice tener tanta confianza en sí mismo como para reconocer que no es bueno en todo y que por eso deja crecer a sus asistentes para que le ayuden. Se esmera en conocer a fondo a quienes tiene cerca para ayudarles.
Su carisma inspira un compromiso multiplicado de los jugadores hacia las metas; es enérgico, innovador y cohesionador alrededor de un “ADN” ganador. Su pasión por el equipo se expresa en gestos espontáneos como besar en la cabeza al jugador para celebrar con él.
Su sentido del humor parece ilimitado, suele tener graciosas y sorpresivas reacciones en cualquier contexto, evidencia de su bienestar integral e inteligencia emocional. Aún en situaciones tensas, es ecuánime y prefiere el contacto cara a cara, no usa redes sociales.
Es precisamente el profundo respeto que tiene hacia sí mismo y hacia los demás lo que lo impulsó a expresar con sinceridad y transparencia, guiado por su conciencia: “Mi amor es total hacia este club, la ciudad, nuestros seguidores, el equipo. Amo cada aspecto. El hecho de que tome esta decisión te muestra que estoy convencido de que es la que debo tomar”.
Renunciar así invita a la reflexión. Klopp nos recuerda que está bien no sentirnos bien pese al éxito, logros notables y condiciones estables. Aceptar la vulnerabilidad al agotamiento denota madurez y lealtad pues evita que el club arriesgue sus objetivos a mediano plazo. La disminución de energía puede ser señal de que hay razones íntimas o externas para tomar pausas, replantear anhelos y reafirmar propósitos de vida.
La intermitencia de la ilusión, la inercia y la desmotivación son síntomas de que el límite está cerca. Klopp enseña que es mejor tomar decisiones un poco antes que un poco después del momento preciso. Mientras se posea talento y conocimiento actualizado conviene explorar con confianza nuevas sendas de feliz y retadora realización personal.