Nada cambia si nadie cambia. Los equipos que mejoran su desempeño cuentan con miembros que «encienden» una idea, un comportamiento, una relación. Luego, otros les siguen; las transformaciones germinan y se cosechan resultados. ¿Cuáles de estas cualidades avivan esa «chispa» individual suya que enciende la voluntad colectiva?
Propósito. Alguien se empeña en generar un impacto positivo en la comunidad, más allá de solo ofrecer productos o servicios. Concientiza y motiva al equipo priorizando temas como la equidad, la sostenibilidad ambiental, la economía circular y el desarrollo.
Adaptación. Es quien analiza la competencia, el entorno político, social, económico y tecnológico. Advierte las nuevas tendencias, estudia los riesgos y propone los cambios de rumbo. La perseverancia lo guía todo y es la que viabiliza la concreción de los objetivos.
Inclusión. Levanta la voz ante una eventual discriminación en el equipo. Pone el foco de atención en la cohesión, la participación y la equidad de oportunidades. Sugiere y gestiona conversaciones que, aunque incómodas, nutren el sentido de pertenencia de sus colegas.
Inteligencia emocional. En momentos de tensión, puede aportar calma. Facilita la resolución de conflictos, evitando que el equipo se desmotive. Canaliza y gestiona tanto sus propias emociones como las ajenas. Transforma el estrés o la frustración en oportunidades.
Transparencia. Defiende el juego limpio, la ética y el cumplimiento de los valores de la empresa. Inspira confianza y goza de integridad. Adopta una postura directa y honesta ante cualquier situación que ponga en riesgo la reputación a su organización. ¡Juega limpio!
Cooperación. Personifica la sinergia y el liderazgo basado en el espíritu de humildad y servicio. El trabajo colaborativo caracteriza a las empresas de vanguardia, pues así atraen y desarrollan el mejor talento humano. Preguntar «cómo puedo ayudar» es su sello de distinción. Desde el equipo gerencial invierte esfuerzos genuinos en la unión de la empresa.
Disrupción. ¡Innovación con impacto! Enciende transformaciones con ideas frescas y cautivadoras. Sin perder de vista la sostenibilidad de la empresa, desafía las costumbres y proyecta al equipo hacia el futuro. No escatima, a todos los niveles comparte el aprendizaje.
Valentía. Fiel a sus principios e ideales, y sin refugiarse en excusas ni conveniencias, afronta las adversidades, toma las decisiones más difíciles y asume las consecuencias. Su resiliencia y carisma contagian, mientras que su congruencia multiplica su credibilidad.
Cada persona en un equipo puede encender chispas de transformación con estas u otras cualidades. Dejemos de pretender que una sola persona las posea, hoy prevalece el liderazgo colegiado. Recuerda: «Si tus acciones inspiran a otros a soñar, a aprender más, a hacer más y a convertirse en algo más, entonces, eres un líder», advirtió John Quincy Adams.
Propósito. Alguien se empeña en generar un impacto positivo en la comunidad, más allá de solo ofrecer productos o servicios. Concientiza y motiva al equipo priorizando temas como la equidad, la sostenibilidad ambiental, la economía circular y el desarrollo.
Adaptación. Es quien analiza la competencia, el entorno político, social, económico y tecnológico. Advierte las nuevas tendencias, estudia los riesgos y propone los cambios de rumbo. La perseverancia lo guía todo y es la que viabiliza la concreción de los objetivos.
Inclusión. Levanta la voz ante una eventual discriminación en el equipo. Pone el foco de atención en la cohesión, la participación y la equidad de oportunidades. Sugiere y gestiona conversaciones que, aunque incómodas, nutren el sentido de pertenencia de sus colegas.
Inteligencia emocional. En momentos de tensión, puede aportar calma. Facilita la resolución de conflictos, evitando que el equipo se desmotive. Canaliza y gestiona tanto sus propias emociones como las ajenas. Transforma el estrés o la frustración en oportunidades.
Transparencia. Defiende el juego limpio, la ética y el cumplimiento de los valores de la empresa. Inspira confianza y goza de integridad. Adopta una postura directa y honesta ante cualquier situación que ponga en riesgo la reputación a su organización. ¡Juega limpio!
Cooperación. Personifica la sinergia y el liderazgo basado en el espíritu de humildad y servicio. El trabajo colaborativo caracteriza a las empresas de vanguardia, pues así atraen y desarrollan el mejor talento humano. Preguntar «cómo puedo ayudar» es su sello de distinción. Desde el equipo gerencial invierte esfuerzos genuinos en la unión de la empresa.
Disrupción. ¡Innovación con impacto! Enciende transformaciones con ideas frescas y cautivadoras. Sin perder de vista la sostenibilidad de la empresa, desafía las costumbres y proyecta al equipo hacia el futuro. No escatima, a todos los niveles comparte el aprendizaje.
Valentía. Fiel a sus principios e ideales, y sin refugiarse en excusas ni conveniencias, afronta las adversidades, toma las decisiones más difíciles y asume las consecuencias. Su resiliencia y carisma contagian, mientras que su congruencia multiplica su credibilidad.
Cada persona en un equipo puede encender chispas de transformación con estas u otras cualidades. Dejemos de pretender que una sola persona las posea, hoy prevalece el liderazgo colegiado. Recuerda: «Si tus acciones inspiran a otros a soñar, a aprender más, a hacer más y a convertirse en algo más, entonces, eres un líder», advirtió John Quincy Adams.