«Aquí todos sabemos quién es quién; estamos advertidos sobre la agenda oculta de algunos y es conocido que a fulano o zutana no se les puede objetar nada porque te botan», ¿le parece familiar esa situación? Bien, sin importar cuánto se pregonen la objetividad, la transparencia y la justicia, los llamados «juegos políticos» existen en las organizaciones. ¿O está la suya eximida de estos?
Quienes ostentan el poder pueden armar y desarmar las verdades. Para remover obstáculos, recurren a argumentos insólitos, porque les guía otorgar favoritismos, sus ansias de protagonismo y la avaricia. Si alguien no es de su agrado, queda inscrito en la lista de los que -a menos que acepten satisfacer los objetivos del grupo de los “poderosos” -se verán afectados.
Pese a que ese tipo de personas disfrazan sus intenciones con sonrisas, sus contradictorios actos las convierten en verdades desnudas. En apariencia, impulsan el diálogo, pero imponen sus decisiones. Nos halagan de frente y nos desprestigian anónimamente. ¿Cuál es la fuente de todo esto? Bueno, la raíz es el miedo; su nombre, la envidia; su manifestación, el daño. Ingenuamente, creen pasar inadvertidos cuando en realidad sus actos son secretos a voces en todos los pasillos…
Por más afecto que le tenga, usted no va a cambiar fácilmente la realidad de su organización. Ahora bien, dispone de un recurso con el cual trascender esas circunstancias: su preparación profesional. Si las personas se capacitan constantemente, podrán optar por entornos más propicios; si se mantienen actualizadas, sembrarán sus semillas en campos sanos y fértiles. La cosecha deviene del aprendizaje continuo, del desarrollo intelectual y de la claridad de propósito.
«No busquen empleo, sino ser empleables», reza un sabio adagio. Cada persona debe verse a sí misma como una empresa, porque lo es. Por eso le podemos atribuir cualidades que distinguen a las de excelencia: misión trascendente, visión retadora, estrategia eficaz, planeación fluida, rentabilidad, eficiencia en ejecución, calidad integral, cultura de servicio y responsabilidad social.
A causa de la incongruente dinámica de la compañía, el silencio es la celda de los descontentos. Si estos valoraran su talento y lo pulieran con constancia, se liberarían de la creencia limitante de que no existe algo mejor fuera de su zona de resignación, donde hasta su dignidad se ve menoscabada. Los «juegos políticos» son trueques de recursos en pos de conveniencias mutuas, de ahí que haya jefes con séquitos irrestrictos. Aun así, con su talento, usted no precisa ser un seguidor más, no lo merece; por ende, su realización tampoco estaría ahí: ¡busque otro norte!
Claro, siempre existe la opción de quedarse en su puesto y hacer caso omiso de lo que sucede en su entorno, seguir entregándose al máximo sin claudicar en sus prinicipios. Esta alternativa es válida y viable cuando la realización personal no depende del contexto.
El secreto que no es secreto alude no solamente a los “juegos políticos” de su empresa, sino también a los de su propia mente. Al pulso entre aspectos explorados e inexplorados acerca de usted mismo. Así, visto de otro modo, el secreto a voces es que nunca es tarde para convertirnos en una empresa todavía más fuerte, dentro o fuera de otra. ¿Cuál es su caso?