El enfoque en resultados, en la concreción de proyectos para agregar valor es propio de las personas con un alto grado de compromiso profesional. En ocasiones, su determinación es puesta a prueba por decisiones o situaciones que frenan su buena intención, y, si bien hacen un alto en el camino, no se rinden, perseveran, llevan en su ADN el propósito superior de la organización.
La connotación de los términos «problema», «traba» y «barrera» puede ser ˈhasta aquí llegamosˈ. En cambio, «contratiempo» hace pensar en que el «freno» es temporal y superable. Si hay constancia, los contratiempos redireccionan el rumbo. No son unicausales; veamos cómo surgen.
A veces, el éxito propio genera la envidia de quienes se sienten expuestos por el alto desempeño de los inclaudicables. Esto explica que el fútbol no sea el deporte número uno en nuestros países, sino el segundo. El primero es «serruchar el piso» a los sobresalientes. Indignante, ¿no le parece?
En la India, pregunté a un taxista sobre su flor nacional: «Crece hasta en estanques sucios y malolientes, aun así, es la más blanca en el planeta», me respondió. Asocian la flor de loto con la pureza, la fertilidad y la espiritualidad. De modo similar, hay miembros de equipos que —pese a la mediocridad circundante— no solo sobresalen, duplican su empeño para seguir trascendiendo.
Otra fuente son los errores propios. Al respecto, «Inténtalo y fracasa, pero no fracases en intentarlo», advierte Stephen Kaggwa. Las empresas que aprenden de sus errores se sobreponen. Con la humildad como escudo, no caen en la arrogancia de buscar culpables afuera de su círculo.
Con frecuencia, el afán de avanzar se ve interrumpido por cambios abruptos en el entorno, en la estrategia o en los recursos de la empresa con respecto a la ruta trazada. A lo que los perseverantes responden alineados con Albert Einstein, para quien la inteligencia es la capacidad de adaptarse y «La vida es como montar bicicleta, para mantener el equilibro hay que avanzar».
La fuerza para sobreponerse ante un contratiempo la determina también la grandeza del sueño. Cuanto más elevado sea este, más pequeñas se percibirán las rocas en el camino. En oposición, si un anhelo es percibido como «irrelevante» o, peor aún, si no es compartido por el equipo, hasta las situaciones más manejables se verán «enormes» y pasarán a la categoría de «problema».
Las personas perseverantes son aliadas de la innovación, capaces de reinventarse, proactivas para poner en marcha sus «puntos de quiebre». Cultivan la paciencia, comprenden que los contratiempos no son el final del camino, sino desafíos a su imaginación. Su coraje se duplica ante lo que consideran correcto, ni su ética ni sus principios son negociables: ¡jamás se rinden!
La perseverancia no garantiza los resultados. «Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa», aseguraba Mahatma Gandhi. Ese máximo esfuerzo está presente en culturas organizacionales cuyo sentido de pertenencia es inspirado por líderes que hacen que las cosas sucedan. Los contratiempos, incluso si los detienen, solo son pausas para revalorar el trayecto hacia la consecución del logro de su propósito superior.