Fijarse metas y trabajar con afán para alcanzarlas en un período específico puede suscitar dos emociones: frustración o disfrute. Esta dualidad no solo brota cuando termina una competencia o cuando se cierra un ciclo, sino que también durante el proceso hacia ese final o cierre. ¿Cómo maximizar la probabilidad de que emerja el disfrute pese a los reveses y a las limitaciones?
Con base en una síntesis de los planteamientos de Mihály Csíkszentmihályi, psicólogo estadounidense, evaluemos cinco requerimientos (R), a fin de verificar si las condiciones para el logro de objetivos son favorables. Antes de aplicarlos, asegúrese de tener claras sus aspiraciones.
R1. ¿Realmente tenemos habilidades para superar los desafíos? La fortaleza mental y el apego a un anhelo son cruciales y de gran valor para una organización o persona. Ahora, por extraño que parezca, la determinación y el disfrute aumentan si el camino exige mejorar las habilidades ya existentes, si la ruta se torna compleja. El aburrimiento viene si el talento sobrepasa los retos.
R2. ¿Somos capaces de atravesar con atención plena la experiencia que vivimos? Hay deportistas de élite que fallan en el último momento a causa de un milisegundo de distracción. Empresas que se alejan de sus metas porque descuidan lo que marca la diferencia: ¡los detalles! La incontrolada dispersión del pensamiento «pone en pausa» o «en cámara lenta» el rumbo.
Las personas deben invertir en su calidad de vida integral para también conseguir la calidad de la experiencia. Tomar el control positivo de los eventos que ocurren dentro de sí mismas (pensamientos, sentimientos…) es esencial para atender con más energía las metas inmediatas.
R3. ¿Habrá retroalimentación constante para medir el acercamiento a la meta? La frecuencia y la dosis de retroalimentación juegan a favor de la concentración plena. La sensación de logro, en sí misma, desarrolla la autoeficacia, aviva la acuciosidad. ¡El reto es detonante de motivación!
R4. ¿Aceptamos que no habrá perfección ni control total sobre las experiencias? Pero esa motivación no proviene de tener control absoluto del riesgo, sino de la percepción de ser capaces de mejorar constantemente para reducirlo. Pretender la perfección, la ausencia de fracaso, supondría correr un riesgo mayor: quedar a merced de las obsesiones. Estas últimas conllevarían el deterioro progresivo de la salud y de las relaciones, principalmente de las familiares.
R5. ¿Estamos dispuestos a «ser una sola carne» con la actividad? Implica fundirnos con confianza con la tarea. Su disfrute no depende de factores externos, ya que concebimos lo que hacemos como una misión. Csíkszentmihályi lo explica así: «Puesto que las actividades agradables tienen unas metas claras, unas reglas estables y los desafíos están bien equiparados a las habilidades hay pocas oportunidades para que la personalidad se vea amenazada».
La motivación a largo plazo deriva del disfrute de la tarea, del camino hacia metas trascendentes, del control de experiencias plenas… Tres de cada cuatro personas se proponen objetivos a principios de año: el apego a un propósito organizacional superior es un buen punto de partida.