Para mantener la organización en la dirección correcta mientras se navega en mares turbulentos, son vitales algunos factores: sincronización interna, sano clima laboral, procesos efectivos, ágil respuesta a clientes y liderazgo consciente. Su raíz: alineamiento integral. Veamos…
Las crisis crean tensiones que ponen a prueba la tolerancia. Si las diversas áreas de la empresa logran mirar coordinadamente en la misma dirección, ya es un gran paso. Cuando el objetivo común pesa más que las naturales diferencias de perspectiva, el rumbo es claro, hay cohesión.
Las gerencias generales exitosas son como los directores de orquesta. El menor grado de presencialidad o de tiempo no les impide la proximidad con los «músicos», son capaces de imbricar sus talentos. Sus tiempos de intervención son precisos, corrigen los errores sin dilación.
La voz de los clientes es determinante. Sus recursos son limitados, por ende, exigen buena calidad y a costos razonables. No los rige la lealtad emocional, sino la decisión racional. Comprenderlos en profundidad es una obligación, reaccionar con celeridad es un «seguro de vida». ¡Solidez!
Alinearse implica ser flexibles, activar el espíritu innovador, escuchar y reaccionar; atreverse a jugar con el factor novedad, diversificar sus productos y servicios. Si un solo departamento se refugia en la rigidez y no asume su rol estratégico en el servicio al cliente interno, la partitura se desordena. Los clientes externos percibirán esa desentonación y… preferirán ir a otro concierto.
El alineamiento individual juega un papel relevante. Las distintas combinaciones de modalidad de trabajo: remota, presencial y mixta alteran agendas laborales y rutinas familiares. Los riesgos, las presiones y la incertidumbre retan la paciencia, la tolerancia, la resiliencia y la adaptabilidad.
¿Cómo sobrevivir a lo anterior? Al igual que en un organismo sano los órganos no compiten: colaboran, los miembros de las familias aprenden a cooperar entre sí para que cada uno pueda cumplir con sus diversos roles y responsabilidades. El equilibro entre familia y empresa conlleva un alineamiento de las «reglas del juego», que una y otra funcionen bien surge de su propio seno.
Otro pilar esencial es la relación de las empresas con sus proveedores, frontera cada vez más fina. La postura de socios estratégicos es síntoma de madurez y borra los pulsos en las negociaciones. El interés es compartido: subsistir y avanzar. La transparencia mutua lo garantiza.
Líderes y colaboradores completan este intrincado de puentes entre los actores del éxito de la empresa. Comunicación eficaz y mesurada, respeto por el tiempo personal, capacitación en nuevas tecnologías, retroalimentación en doble vía para aprender y mejorar, asignación balanceada de tareas. ¿Qué más agregaría usted para que esta alineación jefe-equipo funcione?
Cuando las cosas van bien en una organización es porque cada componente está esforzándose por alinearse conscientemente con los otros. Uno solo que no lo logre y las consecuencias las pagan todos. Alguien le puede hacer su tarea, pero no su parte. ¿Está usted haciendo la suya?