«Pensar es difícil. Por eso la mayoría de la gente prefiere juzgar», advierte Carl Gustav Jung. La ruptura de relaciones productivas y la pérdida de confianza mutua suele suceder cuando se toman decisiones sin verificar los hechos, lo que también ocasiona una severa afectación a terceros. ¿Le resulta familiar? ¿Ha sido usted protagonista o víctima de alguna situación análoga?
Sesgos emocionales. El incondicional afecto y el espíritu protector de un jefe hacia una persona lo pueden inducir a dar por cierta y única su versión con respecto a un contexto dado. Con frecuencia, la falta de imparcialidad es una certera fuente de frustración para los colaboradores.
Agenda oculta. Es simple, cuando se trata de dañar el prestigio ajeno, todo vale. No hay valentía para expresar el propósito y se recurre al refugio en supuestos improbados. «Escuché por ahí», «se dice», «otros piensan»: con estas y otras afirmaciones cobardes clarifican la intención oculta.
Superficialidad. Un verdadero y justo líder ni se queda con la primera impresión ni es «basurero» emocional de nadie. Su profesionalismo y sus valores lo conducen a indagar circunstancias, datos y versiones. Así deba invertir tiempo, llega al fondo del asunto, no traga cuentos ni juzga a priori.
Tomarlo personal. Las acciones de otros son interpretadas como intencionadas a causar daño y se reacciona de manera defensiva. Esta actitud defensiva ofusca la capacidad de discernimiento, así que se arremete contra otros sin siquiera haberlos «escuchado» para validar sus argumentos.
Selectividad de hechos. Hay quienes solo escuchan lo que quieren, lo demás no importa. Con ello anulan contextos que revertirían los juicios infundados y precipitados. Un síntoma de esto son las continuas disculpas que deben ofrecer a causa de sus «secuestros emocionales súbitos».
Negro o blanco. Las llamadas inferencias arbitrarias emergen si quien emite un juicio confía solo en sus radicales interpretaciones. No se abre al otro: no admite escuchar a la otra parte ni la posibilidad de ser transformado por la otra versión, hacerlo sería demasiado para su ego.
Generalizaciones y estereotipos. La escasez de pensamiento crítico causa estragos, desemboca en emitir criterio basado en rumores de pasillo sin verificar si tienen o no sentido. «Si lo dicen muchos, seguro es verdad», «se reúnen estas características es por su origen, allá todos son así».
¡Esto es personal! Envidia, rencor, miedo y otras emociones negativas inundan el ego de una de las partes en conflicto. Si esto no se detecta a tiempo, invadirá el plano personal y solucionarlo será más complejo. El pulso de poder es devastador, capaz de terminar con una buena relación.
«Si una roca cae sobre un animal, ¿cuándo muere este?», suelo preguntar a mis estudiantes. Tras escuchar sus hipótesis, les aporto: «¡Solo muere cuando se verifica, sin eso, quizás esté muerto!».
Vocecillas internas, proyecciones, enfoque en lo negativo, rumores… Siga la lista de situaciones que se magnifican y esconden deliberadamente verdades. Sin verificación, el margen de error es alto y las consecuencias en otros, irreparables. ¿Y usted? ¿Verifica antes de decidir?